Pregunta. En la parte posterior del edificio ¿se mantiene el lenguaje de departamento?
Calderón. He minimizado el asunto de la fachada porque como van las cosas en Miraflores seguramente, que aquí va haber un edificio, sencillamente se ha hecho un tratamiento muy simple y lo único que tiene de diferente es que el vidrio es corrido y en los departamentos hay ventanas y color.
Pregunta. Hablando de términos morfológicos, de esencia del proyecto. ¿Cómo definiría la generación formal del edificio?.
Calderón. Yo he diseñado un edificio que es totalmente simple en un terreno donde nos hemos retirado tres metros más de lo que deberíamos para que existan las vitrinas que se salen del plano del edificio. Un paralelepípedo, dos cilindros que sean el “Chiste”, los generadores de la forma.
Pregunta. Es el elemento de la esquina, funcionalmente, un gran espacio de exposición?
Calderón. En realidad es una forma que está aprovechando de esa altura para hacer la transición entre lo que es la verticalidad de la columna y la horizontalidad de la losa y techo. En resuman es lo que hizo Wright en el edificio de Jonson, -esa especie de sombrillas-. Esa fue una manera de contrarrestar la influencia del funcionalismo cuyo lenguaje básico eran las columnas y losas. Esa es la columna que serviría de techo, pero al mismo tiempo se convierte en una sombrilla. Le quita el aspecto de cajón al edificio; al hacer esas dos vitrinas redondas se ha destruido la esquina, y se ha dado espacio en vez de solidez. Del cono baja este vidrio curvo como si hubiera encima una fuente, y el agua estuviera rebalsando.
Pregunta. El lenguaje que se ha manejado en este edificio conserva la idea organicista?
Calderón. Si. Algo que hay que establecer es cuanto al organicismo se refiere.
El organicismo no es un estilo, el organicismo es un concepto básico de cómo diseñar de acuerdo a como se diseña la naturaleza, y puede adquirir miles de formas.
Vean todo el trabajo de Wright por ejemplo, sus primeras y últimas casas, son totalmente diferentes; el Hotel Imperial era totalmente diferente al Guggenheim de Nueva York, pero el principio de diseño es el mismo. El funcionalismo tiene que seguir ciertas reglas, por lo tanto, el aspecto de todos los edificios funcionalistas es el mismo. Uno mira un edificio funcionalista y dice “esto es funcionalismo”. En el organicismo frecuentemente uno tiene que ver dos veces para darse cuenta que el edificio es organicista.
En resumen, el organicismo se basa en que la naturaleza crea sus organismos de adentro hacia fuera y la forma responde a la función de cada ser viviente de una manera muy distinta, pero el principio es el mismo: el desarrollarse desde un punto de origen, el que cada parte sea parte del todo, lo que se llama “la naturaleza de la naturaleza”. Así ha empezado el universo.
En algunas obras se nota más que en otras. En mis obras yo creo que el edificio Hansa es donde se aprecia más el asunto del desarrollo en el tiempo, el impulso de crecer. Otra característica del organicismo es el volado, un árbol es un tremendo volado, desde un eje central, cualquier flor es un volado…
Pregunta. Qué es la arquitectura para usted?
Calderón. Yo siempre he dicho que la arquitectura es el arte de organizar el espacio. Primero el espacio físico, porque sin función no hay espacio, puede ser escultura pero no es edificio. Después es el arte de organizar el espacio psicológico, es decir, un edificio puede funcionar magníficamente bien en cuanto a sus necesidades, pero puede ser el edificio más deprimente del mundo o el que más nos entusiasme. Por último, el arte de organizar el espacio espiritual, porque más allá de la psicología, hay edificios que lo elevan a uno espiritualmente, eso no tiene nada que ver con religión, estoy hablando del espíritu del hombre que puede sobrevivir o morir con nosotros.
Si el edificio está organizado especialmente de una manera espiritual y se han cumplido las otras dos condiciones, entonces, uno logra una obra de arte, una obra que va más allá de funcionar, de caer bien, y llega a que nosotros tengamos una trascendencia, que salgamos de nuestra materialidad y alcancemos al nivel del espíritu.
Eso ha sucedido a través de los milenios en varios edificios, -pero, no muchos- y es lo más difícil de lograr para un arquitecto.
Pregunta. Cree que alguna de sus obras llega a esa trascendencia espiritual?
Calderón. El arquitecto nunca debe juzgar sus propias obras, es lo más peligroso.
Wright, el gurú del organicismo, decía: “lo que está de moda es lo que se pasa de moda”. Voy a inventar algo: Digamos que usted se peina de cierta manera porque está de moda, puede ser que dentro de veinte años usted vea su foto y se mate de risa. Pero puede ser que ésa realmente, había sido la manera adecuada y estática de peinarse, dentro de veinte años eso va a sobrevivir, usted no se va a matar de risa.
Y eso pasa con la arquitectura. Las grandes obras de arquitectura son atemporales, sobreviven a su tiempo. Para un arquitecto que diseña algo, es muy difícil prever su futuro y saber si esa obra va a sobrevivir o no, pero por otro lado los buenos arquitectos tiene cierta proyección hacia el futuro. Wright, veía hacia el futuro, preveía lo que iba a suceder seguramente, porque sus obras no han envejecido. Si la Casa de la Cascada fuera publicada hoy día por alguna revista como el último grito de la arquitectura, seguro que todos nos quedaríamos con la boca abierta. Sin embargo, ha sido diseñada en la década del treinta. Ha sobrevivido. Lo mismo con la Villa Saboya de Le Corbusier, ha sobrevivido.
Muchas otras cosas no, por ejemplo hay cosas del Art Decó que son espantosas, o los “neo” gótico y los “neo” estos y los “neo” aquellos, que han muerto. Ahora, por su simplicidad, yo creo que Hansa tal vez va a sobrevivir. No sé si el Illimani 2 va a sobrevivir, por ejemplo, por que ha sido una cosa forzada adecuándose a la casa tratando de contextualizarse con una que ya existe.
Puede que dentro de veinte años alguien diga: “bueno, es un buen intento pero, ¿qué feo no?”. Uno nunca puede prever. Pero, la marca de la buena arquitectura es el sobrevivir.
Pregunta. Que opina de las últimas tendencias, después del movimiento moderno, el “postmodernismo”, el “constructivismo”, el “minimalismo”?
Calderón. Philip Johnson que ha sido uno de los impulsores del postmodernismo, ahora dice que éste nunca a existido, y que el modernismo sigue adelante, lo cual es cierto porque estamos volviendo incluso al funcionalismo.
El organicismo había tomado el camino de la arquitectura humanista, cálida, donde el individuo cuenta, donde cada uno tiene derecho a su propio ambiente, mientras que el funcionalismo y el Bauhaus, se habían deshumanizado y se habían vuelto actividades totalmente abstractas. “Una casa decían- es una máquina para vivir”, eso ya esta mostrando que existe una deshumanización, porque uno no vive en una máquina.
Sin embargo, el funcionalismo ha triunfado. El organicismo, se ha quedado un poco atrás; más por el aspecto económico, pues es mucho más lucrativo hacer un cajón que hacer un edificio organicista.
La gente se ha ido desilusionando de vivir en estas cajas, de ver esa esterilidad en un ambiente; y los arquitectos en vez de considerar lo que podía haber sido el organicismo, han querido retroceder, como para tomar el humanismo de épocas pasadas, y el momento que uno se presta del pasado, está admitiendo la banca rota del presente. Y comenzó lo que para mí fue una cosa muy nefasta: utilizar el lenguaje de los griegos, de los romanos. Muchos arquitectos se han metido en callejones sin salida por eso. Después de veinte años, esto ha caído en total descrédito; todavía aquí, se esta haciendo estas cosas. Se puede ver un “boliche” de esos en cualquier lugar y tiene sus dos columnitas y su timpanito, además hechos con los dientes, de una manera tan espantosa…
Después ha venido un postmodernismo que en realidad ya no lo es. Por ejemplo, un Botta es postmodernista pero también es muy clásico, -digo clásico en el sentido moderno- son edificios modernos de su propia creación, aunque tengan árboles en el techo, son como la secuencia del movimiento moderno, como la continuación de éste, y no del postmoderno.
Michael Graves hace como diez años dio una conferencia en Londres acerca de su arquitectura, los estudiantes se comenzaron a salir y al final lo dejaron solo. Y así como dicen que cuando volaron los edificios de San Luís se terminó el modernismo, el postmodernismo se terminó cuando lo dejaron solo a Graves.
Después ha venido Gehry con su gran talento y su obra magna, el museo de Bilbao que es una escultura. No se cómo funcionará, supongo que bien, pero para que una corriente sobreviva tiene que proliferarse por el mundo y comenzar a formar parte de las ciudades. Imagínese una ciudad deconstructivista, parecería una ciudad bombardeada, por más bien diseñado que esté cada edificio. Para mí, eso es escultura, no es arquitectura, es demasiada pirueta arquitectónica.
De vuelta al minimalismo, el chileno que está de moda ahora, Klotz, hace estas cosas limpias, límpidas, pero meta a una persona en esa casa, difícil. Estas señoras que están acostumbradas a tener cinco kilómetros cuadrados de cortinas y unos sofás “Reina Ana”, “Luís XV” y “Luís XVI”. Métalas a esa caja de golpe, se mueren, se marchitan, las encontramos muertas al día siguiente. Esa tampoco es la solución, el ser humano no es eso, el ser humano es desordenado, tiene sus cosas, le gusta la calidez de su ambiente.
Yo creo que la misión de los arquitectos jóvenes del siglo XXI va a ser ésa, el encontrar algo que nos haga vivir, yo creo que las bases, los principios del organicismo tienen una pauta que alo mejor nos llevaría a encontrar una arquitectura que no tenga que ser una pirueta arquitectónica. La originalidad es deseable pero no imprescindible para tener una buena arquitectura. Y tal vez se debería disminuir la importancia de las “estrellas”, porque las “estrellas” hacen algo y después vienen las versiones de segunda, tercera, cuarta y quintas aguas, que generalmente sen espantos.
Pregunta. Cuando se inicia un proyecto, se sueña muchas veces con él; suele ser un gran padecimiento, un dolor de cabeza, noches de insomnio, ese sufrimiento que algunos dicen es como parir un hijo ¿cómo encara sus proyectos?.
Calderón. No. Yo no lo tomo así. Para mí es un placer diseñar. Yo tengo una droga y soy adicto a esa droga, y esa droga es el diseño, estoy diseñando todo el tiempo cosas imaginarias. Así que para mi diseñar es un gusto.
Yo hago unos diagramas de burbujas con relaciones de las diferentes áreas. Después dibujo en rectángulos el tamaño de las áreas que voy a dibujar, asimilo sus tamaños visualmente y me los trago, me los digiero; entonces, al momento de rayar sé cual va a ser la relación de los espacios, de que tamaño van a ser, ya los capto automáticamente. Después utilizando una rejilla comienzo a rayar con la idea que el edificio, la planta, va a tener como alma el hecho que se la puede plegar y llegar a un punto original. Eso de una manera abstracta, como concepto que el edificio ha comenzado en un punto, y como les decía, que se ha expandido en el tiempo.
Llega un momento donde, si la intuición y la habilidad agarran la cosa, entonces ya uno comienza realmente el diseño. Y sí, es cierto que, por ejemplo, si he resuelto algo al final del día me voy a dormir y muchas veces me despierto a las cuatro de la mañana con la solución. Quiere decir que el subconsciente ha estado haciendo girar “la ruedita”.
Otro placer para mi, es dibujar el anteproyecto, coloreando y hacer la perspectiva para mostrarle al cliente. Eso también es un deleite. Yo creo que el secreto de la vida de un arquitecto es amar tanto a la arquitectura que la profesión y el hobbie sean los mismos, entonces uno no siente que está trabajando y cuando cobra, se siente algo culpable porque es como si fuera al cine y le pagaran por entrar.
Pregunta. Volviendo al edificio Gisbert, viendo Miraflores, han surgido unos cinco edificios “muy interesantes” de colores muy llamativos ¿Cómo los ve en el contexto?
Calderón. No hay respeto al contexto. En el caso del Edificio Gisbert, yo quedé asombrado y feliz que los dueños de esa esquina, que es tal vez “la esquina”, estén dispuestos a hacer un edificio bajo, cuando podían haber hecho uno de diecinueve pisos y haber ganado un montón de plata, como en otros casos.
No hay un plan global en la ciudad para distribuir la volumetría. Porque el edificio en altura, queramos o no, ha sido el símbolo del siglo XX y va a ser el símbolo del siglo XXI. Los edificios de varios pisos no van a desaparecer porque queramos que desaparezcan y en sí mismos tienen validez, pero dependiendo donde se los ponga. Yo pataleo para que la Alcaldía haga una maqueta de La Paz, de tal manera que cuando alguien quiera hacer un edificio de diecinueve pisos en la esquina de la Plaza Avaroa, venga con su maqueta, la ponga en el lugar y diga “esto es lo que quiero hacer”. En planos eso no se lee y todas las normas están hechas como si La Paz fuera plana, por eso es el desastre. Todas las cuestas de Sopocachi tienen autorización para construir once pisos, y todas sus avenidas diecinueve, como si fueran planas.
Lo que nos falta es la percepción del espacio, tenemos una total falta de apreciación del espacio, en todo nivel, desde la zona sur hasta las laderas.
Mientras que en el altiplano por ejemplo, las chozas, cuando hay más de una, cuando hay un patio, un hornito, intuitivamente saben como organizarlas, uno pasa por alguno de estos conjuntos y es armonioso. Aquí no sabemos ni donde poner las casetas telefónicas, las “chantamos” a tres metros del soldado desconocido, en la esquina de la Alcaldía…, es terrible. Una avenida ancha aguanta altura, pero ¿qué pasa con las calles laterales, qué pasa con las casitas? Cerca de mi taller han construido un edificio de once pisos, tapando la vista del kioskito del Montículo. Yo he peleado, he hablado “con gil y mil”. Los vecinos de Sopocachi hemos protestado y demostrado que la altura del edificio era irregular. Todo en vano. La ciudad se va acabando por nuestra ignorancia y angurria.
Obra: Edificio Gisbert
Propietario: Gismart
Ubicación: Avenida Busch – esq. José Carrasco – Miraflores – La Paz, Bolivia
Proyecto: 1997
Obra Construida: Marzo 1999
Arquitectura: Arq. Juan Carlos Calderón
Empresa Constructora: TUNI S.R.L. / Ing. Luís Soria Nau – Arq. Joaquín Quiroga
Área del Terreno: 732 mts2.
Área Construida: 3355.33 mts2.
Ingeniería: Ing. Miguel Trujillo (Cálculo Estructural)/ Ing. Jorge Vásquez (Diseño de instalación Sanitaria)/ Ing. Juan Pacheco (Diseño Sistema Eléctrico)/ Ing. Julio Ovando (Sistema de Calefacción)
fuente: http://www.boliviaarquitectura.com/Entrevistas/Juan%20Carlos%20Calderon.html