Política no es sólo una palabra más o menos ensuciada por la realidad. Política no es sólo una profesión. Política es la legítima actividad del ciudadano libre cuando interviene en los asuntos públicos con su opinión, con su voto, o de cualquier otro modo. Ejercer la política permite al menos poder decir que no, que no estamos contentos con lo que ocurre.
Según los datos oficiales disponibles (Ministerio de la Vivienda, 2007) en España hay alrededor de 7.719.122 viviendas no principales. De ellas, un 4’3% no susceptibles de ser vendidas por encontrarse en situación ilegal o alegal; un 12% no susceptibles de ser habitadas por encontrarse en condiciones precarias o de ruina; un 42’65% no susceptibles de ser habitadas de manera práctica, por encontrarse en núcleos poblaciones muy alejados o muy diseminados y, finalmente, un 10% (bien por su situación, bien por su tamaño, bien por sus características propias) que nunca podrían ser consideradas “vivienda principal, digna y adecuada, para una familia”.
Haciendo pues el oportuno ajuste, todavía en España habría 2.396.787 viviendas vacías (casas tristes por deshabitadas, que diría un buen amigo mío) que con una ocupación media de 2’69 personas por vivienda (no lo digo yo, sino el Instituto Nacional de Estadística), convertirían a esta Ciudad Abandonada (Philipp Oswalt, The Abandoned City, http://www.oswalt.de/ ) con sus 6.447.357 habitantes, en la más poblada de España.
“A día de hoy, los orígenes de la ciudad siguen siendo, en gran medida, desconocidos. Su historia empezó hace largo tiempo pero, durante siglos, aparte de algunos breves episodios, su tamaño no dejó de ser modesto. La primera vez que mostró una oleada de crecimiento fue en la década de 1970. … Los profesionales apoyan la tesis de que la Ciudad Abandonada se caracteriza por sus extremos: aunque contiene muchos edificios de calidad mínima, también cuenta con una proporción enorme de estructuras excepcionalmente buenas y comparada con otras ciudades, posee un mayor número de edificios históricos”.